El lado humano de los bachaqueros

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Los bachaqueros son aquellos revendedores de productos básicos y regulados que son de difícil accesibilidad para la población venezolana. Este “oficio” que puede denominarse como una economía informal según la psicológa Yadeli Lugo que se encuentra en la zona de Coche de Caracas, es: “desde el punto de vista del sistema político una decepción”.

En el mes de septiembre el presidente Nicolás Maduro anunció la creación de una Unidad Tributaria Puntitiva para la persecución de los ciudadanos que incurran en los delitos económicos, mejor conocidos como bachaqueros. Esta nueva ley ha llevado a que ocurran diversas detenciones hacia estas personas en distintitos lugares de Caracas, como es el caso de Catia, donde se adquiere la mayor parte de los productos para su reventa.

No obstante, no solo en esta zona del Oeste de la ciudad capital se da la adquisición variante de la mercancía y su venta, también en el supermercado Luz de Chacao tras horas de inmensas colas, los vecinos han recurrido a pagarle a un comerciante, con un precio exorbitante, por el simple hecho de evitar el trajín de esperar tanto y tal vez no conseguir lo que se necesitaba.

Cabe destacar que este precio varía en el lugar de la capital en la que te encuentres, porque para otras personas, el precio por este grupo de comerciantes llega hasta ser mejor oferta que la del  mercado mismo.

La crisis humanitaria por la que están pasando todos los venezolanos han hecho que un gran porcentaje se sumerja en este mundo, muchos lo harán porque es la única forma en que pueden alimentar a su familia, no encuentran trabajo y pueden llegar a pasar hasta tres días fuera de sus casa para hacer cola tras cola, como es el caso de Yosmary Zapata, quien empieza esta rutina desde el día martes en la mañana hasta el jueves en la noche.

Zapata es TSU en informática y jefe de familia, sus hijos, ya adultos, no viven con ella, por lo que solo se hace cargo de su esposo, comentó que ha estado en esta situación durante tres años, donde  estableció amistades, enemistades, fraudes, satisfacciones e impotencias; en estas dos últimas hace énfasis en la parte personal, porque aunque se alegra de conocer nuevas personas y dialogar, no le parece justo estar más de 48 horas fuera de su hogar en búsqueda de alimento, porque todo lo que hace es por la familia.

“El factor político es lo que causa esta crisis, desde que le entregamos el poder a los militares” añadió la señora, haciendo referencia a que el país está volviendo a la esclavitud. Con respecto al salario mínimo, que no cubre con las necesidades de la población mencionó que “no es aumentar el salario mínimo sino abrirlo, porque el aumento solo produce más inflación”.

Este personaje admite que si ha revendido productos para la sobrevivencia, pero no se considera bachaquera, porque también hace trueques de comida.  Para ella el aumento de salarios le ha dificultado aún más adquirir la mercancía, aunque siempre sea cabecera en las largas filas.

Pero ahora es el momento de quienes comienza a convivir en este mundo en el Mercado de Catia como Carmen Oyedo, que es la primera vez que se queda pernotando de miércoles a jueves. Anteriormente asistía los jueves y duraba todo el día junto a su hijo mayor que sufre de esquizofrenia. Proveniente de La Vega, lugar donde residen, se vio en la necesidad de dormir en las calles rodeadas por depósitos de orine y excremento tanto de animales como de humanos.

Con más de un año, la también jefa de hogar y con trabajo independiente expresó referente al aumento de salarios que: “hay una guerra económica no contra el gobierno sino contra el pueblo”. Además de eso, pide nivelar el sueldo mínimo con el dólar.

Lo que más solicita Oyedo es la comida básica, debido a que debe velar por su madre jubilada y sus dos hijos. Si ha hecho uno que otro intercambio de productos y si ha tenido que bachaquear en varias oportunidades,  puesto que “todo se ha vuelto una mafia” agregó.

¿Será que puede existir algo más allá de esta situación?, según la mujer, “no hay límite después de esto”, porque la gente debe dormir en la calle para conseguir cualquier producto de primera necesidad.

Aunque el fuerte de este comercio es la comida también se evidencian productos de higiene personal, en que el precio es mucho mayor; por lo que Luis Paz, ciudadano que también pernota en las calles, residente de Los Magallanes de Catia, le parece que los bachaqueros resultan ser un mal y un robo para las personas, para él, aunque han aumentado los productos regulados el salario mínimos, tras todos los cambios que ha tenido en los últimos meses ha provocado que su adquisición sean menos factibles.

Con respecto a la persecución y detención de estos vendedores, está totalmente de acuerdo porque “han causado una guerra en la sociedad”.

Ciertamente esta práctica -no oficial- está en riesgo pero sigue ayudando a muchos hogares, independientemente de la zona de Caracas en que se encuentren; quienes hacen estás colas se dividen entre jóvenes y adultos mayores, subdivididos en grupos de alcohólicos, los que consumen sustancias estupefacientes y quienes con solo agua y un poco de comida pasan la noche.

Entre las 2:00pm y 3:00pm de los días miércoles empiezan a llegar la gente para hacer la cola respectiva para la entrega de posibles números de la mercancía del día siguiente, lo cual se realiza en el transcurso de las 10:00pm y 12:00pm; en este paso debe el administrador de la zona no solo enumerar a las personas en el brazo sino que también debe sellarla, si esto último no se cumple deben regresar en medio de la madrugada, 2:00am y 3:00am, para que los sellen y ahí esperar hasta las 9:00am del jueves para que el administrador regrese le entregue un papel con el número, previamente marcado para la compra del producto, pero esto no es aval de que antes de las 11:00am, cada quien esté de regreso a su casa.

Anteriormente para obtener un producto era por cédula lo que evitaba el dormir en las calles, pero al cambiar esto el panorama se ha visto más complicado.

Para el vecino de la zona Roberto Muñoz, esto es una empresa especulativa y que para el 60% de la población esto se ha vuelto una rutina, él había dejado de ir al lugar porque tenía a su madre enferma, pero se reincorporó, por lo que aseguró que varias personas que se encuentran en este proceso son trabajadores del mercado de Catia, y que aun así no tienen beneficios.

Referente al aumento de salario destacó, que ha empeorado la disposición de los recursos necesarios para vivir, porque ahora su venta es muy selectiva, esto también debido a que llegó una nueva persona encargada de la administración del lugar, quien guarda una gran parte de la mercancía para los revendedores, es decir, que pueden tener: azúcar, arroz, harina, shampo y pasta dental, uno de cada artículo se les da a los vendedores y solo dos o tres a la población en sí.

La mayoría de los bachaqueros son provienen de Catia y meses anteriores se distribuían en otras zonas de la ciudad; y recordando tiempo atrás, hace dos años se entregaban hasta 1500 números en cada cola (jóvenes y adulto mayor) y esto se mantuvo hasta este año, que se redujo a 200 y 300 números por cola, donde el 80% son bachaqueros.

Para los venezolanos el ser bachaquero es una destrucción fatal para la sociedad, lo que apoya Norma Orea, también vecina del sector que desde hace dos años ha estado en este funcionamiento y donde ha establecido grandes amistades, menciona que aunque no es bachaquera, los apoya solo sí, la situación lo amerita, lo  cual en estos momentos resulta ser así.

Orea hace énfasis que esto es un fenómeno que hay que evaluar desde el aspecto sociológico, porque aunque no lo considera un oficio lo considera una forma de vida, que siempre ha existido solo que se ha acentuado con el gobierno actual, añadiendo que también es porque mucho de lo que nosotros consumimos es importado (incluyendo la materia prima).

Con la idea de la persecución y detención de estos habitantes declara que esto no se está atacando como debería ser, porque es algo que ocurre de repente y lo hacen, son los encargados de la supervisión de los precios en los comercios.

La ama de casa, no solo hace este proceso sino que también paga por la caja del Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP), lo que de todas maneras le resulta poco favorecedor para su familia. Respecto al aumento de salario, esto lo ve como un beneficio para la economía informal debido a que tiene que ver con el producto interno bruto (PIB), donde se contempla la liquides que para ella se debe retener, lo cual es tarea de los bancos porque: “a los países no les conviene tener liquides porque ellos tienen el monopolio, el control social a través de la banca”, lo cual no se evidencia en el país.

Arroz, harina, azúcar y leche son las cosas que primordialmente buscan los venezolanos y es lo que está más escaso, los que lo tienen se sienten privilegiados y los aprovechan hasta más no poder, mientras que otros los revenden a un precio fuera del mercado para poder cubrir las necesidades de sus familias.

Nadie dice que esta práctica sea legal pero no es algo totalmente nuevo, anteriormente la economía informal se veía con los llamados “buhoneros” que revendían ropa, utensilios, cualquier cosa que adquirían es diversas zonas de la ciudad. El problema con los bachaqueros es que sus productos son de primera necesidad que se han venido agravando cada vez más, por lo que su compra resulta sumamente compleja.

Sea por efectivo o por punto de venta, existen personas que recurren a esta población para cumplir con sus “labores familiares” llegando a gastar más de la cuenta y comprando menos productos, por falta de tiempo para hacer la cola.

Se puede ver como una salida “simple” para aquellos que quieran sobrevivir en la situación tan crítica que se está viviendo, pero atrae demasiadas consecuencias, porque el simple hecho de tener más productos regulados que otros en las respectivas casas o lugares no autorizados pueden causar la detención de la o las persona(s) involucradas.

Actualmente se quieren abrir mecanismos para acabar con este ejercicio ilegal pero ¿esto sería bueno o malo para la población?, según lo mencionado en párrafos anteriores, esto beneficia a muchas personas, lo que causa una gran incertidumbre saber las consecuencias que puede traer esta orden, debido a que no acabaría con la crisis humanitaria sino que en tal caso podría agravarla.

Entre el 2015 y 2016 para la compra de productos regulados se hacían enormes colas en cada supermercado o establecimiento aprobado por el estado, no se pernotaba pero si se madrugaba con la cédula correspondiente, además se intentaba que la mercancía llegará a todos los que se encontraban en el lugar, pero a mediados de 2016 y en lo que va del 2017, esto ha tenido un cambio, no tan radical pero si es un momento diferente, porque se llegó al límite, el dormir en las calles para poder sobrevivir.

La idea no es estar en la economía informal por estar, pero tampoco es criticarla hasta el punto de destruirla sin saber el por qué de las personas que se encuentran en ese entorno. Muchos si son bachaqueros y se pueden decir que son malos, pero una gran parte de ellos lo hacen por la necesidad de velar a su familia.

 

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